Don Mimo


Mis hijos crecen como la mala hierba.

Hoy toca ir de compras. Hay que preparar la temporada de verano.

Lo más cómodo  es ir a un Centro Comercial, aparcas fácil y tienes todas las tiendas a mano.

La Playa de Colores



Tengo muchas ganas de que llegue el verano.

Para mí es muy importante el sol y el buen tiempo, entiendo que haya personas que prefieran el frío, por eso hay cuatro estaciones.

 Soy de primavera-verano.

La playa es uno de mis lugares favoritos para pasar el día.

La Música


Una frase que hemos escuchado siempre es…

“La música amansa a las fieras”.

Pues  debo de ser un poco “fiera”, porque conmigo da resultado.

Cuando estoy, dependiendo de qué estado de ánimo, utilizo determinado  estilo musical diferente, para aliviarlo o fomentarlo más si cabe.


Una cena romántica, una noche que vas a salir con amigos 
mientras te arreglas y bailas hasta con las perchas de colgar la ropa, un día de “bajón” que te sirve para llorar a “moco tendido”, en una limpieza general que el aspirador es el príncipe azul de tu vida…

Además esta esa canción que a todos nos identifica, cada uno tenemos la nuestra.

Hay una que te recuerda a tu padre, a tu madre, a un amigo… y cada uno la propia, una que ira contigo toda la vida y cada vez que la escuches estará muy dentro de ti y moverá sentimientos muy personales e íntimos.

Esa es nuestra canción.

 Tengo la mía, la banda sonora versión española de la película LAGO AZUL.

Quien me conozca pensará que no es posible…

-¡Con lo que te gusta a ti el FLAMENCO!

Pues sí, fijaros lo que son las cosas, a mí me gustan todos o casi todos los cantos, me gustan todos los ruidos con armonía, pero soy muy de flamenco.

Pero lo que quiero contaros es que la canción te elige a ti no la eliges tu a ella.

Esta, mi canción, me eligió en la cocina de mi casa.

Con unos nueve años, recién levantada un sábado, preparada para desayunar, empezaba a sonar esta canción en la radio. Mi madre estaba preparando cola cao y  tostadas… el olor era intenso a esa hora de la mañana.

Tengo muy buen despertar pero ese día me levante enfurruñada porque la noche anterior había discutido con mi padre.


Mi padre y yo nos pasábamos la vida discutiendo. Similitud de caracteres es decir “IGUALITOS”.


Mientras le daba un beso de buenos días a mi madre, mi padre me agarro por detrás, me dio la vuelta con mucho cuidado y se puso a bailar conmigo, acercándose a la radio para subir el volumen.


Era la primera vez que bailaba pegadito, como los mayores, con su mano sujetando la mía y puesta en su hombro como hacia cuando bailaba con mama, que me encantaba ese gesto al bailar que tenía, flotaba, la canción hablaba de un lago que para mí era un mar,  adoro el mar, estaba bailando con mi padre en la cocina, como los mayores…


Bailamos toda la canción, hasta el final, luego me dio los buenos días, luego se me paso el enfado, el enfado ya se me había pasado hacía rato… y ahí se quedó “EL LAGO AZUL” para siempre.


Me hubiese encantado elegir las canciones de la vida de mis hijos o lo mejor sin querer las he elegido. Tengo una conversación pendiente sobre este tema. Puede ser también que no tengan ninguna intención de decírmelo.


Pero por si les animo a hacerlo y a pensar en la canción de nuestra vida, ahí va un cuento basado en una tribu de África.


                         HABÍA UNA VEZ

El país de la música.



Era un país muy alegre, feliz y ruidoso.


Todos los habitantes participaban del mundo de los sonidos de una forma o de otra.


Unos tocaban instrumentos, percusión, viento, cuerda.


Otros cantaban como solistas, otros eran parte del coro.


Los más ingeniosos componían preciosas melodías o letras para esas melodías.


Los más impetuosos dirigían.


Cada uno tenía su papel según su carácter y actitud.


Personajes con ritmo ante la vida, cabía todo estilo musical.


La peculiaridad que tenían era que la herencia se daba al nacer no al morir y no eran cosas materiales, ni casas, ni tierras, ni dinero… era una CANCIÓN.


Para poder nacer, mamá tenía que elegir una melodía y esa era la única forma de poder tener un bebe. No podía ser una cualquiera, la letrilla tenía que surgir por algo o por alguien y de repente, tener algún significado.






Cuando una mujer decidía tener un hijo, se sentaba bajo un árbol y se concentraba hasta escuchar la canción del niño que quería nacer.


Así surgió la canción de NAKIM.


Su mama la escucho debajo de un baobab, árbol típico africano que se extiende por todo el territorio y son frecuentes en las orillas de los ríos.


Y fue corriendo a contárselo a su papa.


A partir de ese momento no dejo de cantarla hasta que el bebe nació.


Nakim, por supuesto, aprendió a cantar antes que a hablar, y desde muy pequeñito tarareaba su melodía por allí por donde iba.


La vida continuaba y los habitantes del pueblo hacían su vida normal, no se pasaban el día cantando como en un musical.


Los papas trabajaban en el campo, con los animales, los niños iban al colegio…una vida de un pueblo en el campo… en África…




Nakim empezó el colegio y conoció a sus amigos que también tenían sus canciones, cada uno la suya.


Cuando tenía un problema su mama le cantaba la canción, era mágica, el problema desaparecía.



Pero eso lo hacían con los mayores también, si algún habitante del pueblo tenía un percance, todos los demás se reunían en la puerta de su casa y le cantaban su canción. De esa manera se unían a él y a través de la música corregían el asunto o por lo menos le daban otro punto de vista con amor.


Con amor las cosas se ven de distinta manera.


Nakim se fue a estudiar a una ciudad más grande a las afueras de su pueblo, todos fueron a despedirlo a la estación y le cantaron.


Lejos como estaba, echaba de menos a los suyos, su música y sus canciones, pero cuando estaba triste o estaba contento, el solo se tarareaba su melodía, era su medicina del alma particular.


Volvió a su casa, se dedicaría a fabricar muebles, que es para lo que había estudiado. Muebles para la escuela, para el hospital, para los parques…


Y así construyendo muebles conoció a una enfermera muy guapa y se enamoraron rápidamente.




El día de su boda, por eso os lo cuento, fue precioso como en todas las bodas, pero lo más bonito es cuando se casan las canciones se cantan juntas, la canción de Nakim y la canción de su novia, porque ella también tiene su canción, y en un día tan especial se cantan las canciones de su vida.


Ahora esta Nakim, esperando que su mujer vuelva de debajo del baobab, y le diga que ya escucho la musiquita de su hijo.


Nakim va a ser papa y quiere que su bebe también tenga su melodía antes de nacer.





Aunque no hayamos nacido en una tribu africana, como Nakim, que nos cante en cada una de nuestras etapas de la vida, la música siempre nos recordara que estamos viviendo.



Tú sigue cantando y encontrarás un buen camino.




                         FELICES SUEÑOS